Un fuerte compromiso
La defensa del psicoanálisis laico.
Mientras Italia iba a votar la ley Ossicini a finales de los 1980, poniendo en duda la legitimidad de la práctica analítica, un consorcio de psicoanalistas con afiliaciones plurales tomó la iniciativa de crear una asociación comprometida en la defensa del psicoanálisis laico.
Aquella asociación, cuyo primer nombre fue Asociación Europea de Psicoanálisis a principios del nuevo milenario, tuvo el privilegio de contar entre sus fundadores figuras eminentes de horizontes profesionales diversos :Thomas Szase, eminente psiquiatra americano creador de la antipsiquiatría, Lucien Lévy, psiquiatra y psicanalista fundador de la Academia Europea Interdisciplinaria de las Ciencias, el psiquiatra Loren Mosher, supervisor del famoso proyecto SOTERIA, el psiquiatra Giorgio Antonucci quien sentó las bases de un enfoque alternativo a la psiquiatría tradicional para el tratamiento de los sufrimientos psíquicos, Michel Cazenace, filósofo de renombre y traductor de la obra de Carl Gustav Jung, y por fin, Jean-Luc Maxence, psicoanalista quien obró como responsable dentro del centro DIDRO.
La unión de todas esas fueras vivas se concretizó en una manifestación excepcional de determinación frente a los enfoques cruciales que se acercaban. Mediante la asociación, esos eruditos pudieron trabajar juntos para preservar la integridad y el porvenir del psicoanálisis. Uniendo sus voluntades, se erigieron en guardianes de las bases laicas de la ciencia del inconsciente, disciplina eminentemente compleja.
Para alarmar en los riesgos de una marginalización de la práctica psicoanalítica en beneficio de acercamientos funcionales y generalizantes, se lanzó una serie de eventos culturales de envergadura. Aquellas manifestaciones nacieron en Italia antes de crecer en Francia: una quincena de ediciones del Festival Psy unieron así personalidades destacables, figuras eminentes como el psicólogo del ambiente Mohamed Taleb, los filósofos Jean-Louis Bischoff-Campana y Jean Staune, el sociólogo Michel Maffesoli, los psicoanalistas Serge Tisseron, Daniel Sibony y Jacques Lesage de la Haye.
Aquellos encuentros culturales, marcados de una pasión ardiente por explorar el inconsciente, fueron el escenario de discusiones profundas y deslumbrantes, haciendo sonar voces comprometidas en la preservación de un enfoque más humano del tratamiento psíquico. Las reflexiones e ideas que salieron todavía alumbran los retos cruciales vinculados al equilibrio entre las exigencias sistémicas y la consideración de las subjetividades plurales, recordando, al mismo tiempo, la importancia del inconsciente como ámbito esencial de la experiencia humana.
En el 2017, la Asociación de los Psicoanalistas Europeos (APE) emprendió una profunda refundición de su programa formativo, guiada por el espíritu visionario de su añorado miembro emérito Pierre Clavilier. En aquel momento clave de su historia, la APE se equipó de una herramienta inestimable: el seminario parisino invitaba a un eminente panel de expertos, incluyendo analistas, autores, universitarios, médicos e incluso poetas, todas y todos juntos para compartir su profunda comprensión del inconsciente con los miembros de la asociación. Aquellos encuentros intelectuales seguidos de una cena crearon para mucho tiempo un espacio de discusión libre y enriquecedor.
Pierre Clavilier, figura emblemática de la APE, también se diferenció por su compromiso inquebrantable a favor de la educación y de la democratización del psicoanálisis. En este sentido, la asociación eligió la estructura tarifaria social todavía en proceso. Esa iniciativa innovadora tenía como objetivo hacer asequible el psicoanálisis a los más vulnerables, a los más modestos, a los más marginales, reivindicando así la importancia de una dimensión de justicia social a la práctica del análisis.
Recientemente, las restricciones globales relativas a la pandemia de COVID-19 obligaron la APE a innovar todavía más. Frente a la crisis sanitaria, la asociación adaptó su seminario al formato acorde a las tendencias de la época de la videoconferencia, haciéndole asequible en todas partes y por todos.
Como repercusión de estas mutaciones, la APE inauguró la clínica solidaria. La meta es un compromiso: democratizar el psicoanálisis en la realidad, hacerla accesible a las personas menesterosas. Un equitativo sistema de trueque les permite a los miembros que lo desean seguir un análisis a cambio de competencias o servicios, un elocuente ejemplo de solidaridad en marcha.
En el 2021, Thibault Velez, psicoanalista miembro de la APE e ingeniero en pedagogía, tuvo la audaz inspiración de proponer la creación de un diploma, una maestría en psicoanálisis. Su puesta en marcha marca el giro más reciente en la historia de la asociación, reforzando la intención educativa con la voluntad de dar una enseñanza estructurada y de calidad en psicoanálisis.
Todas estas iniciativas ilustran el compromiso apasionado de la APE por la promoción del psicoanálisis en una perspectiva plural, humanista y solidaria mediante el acceso a los tratamientos, la excelencia educativa, y el deseo de cada vez más inspirar un porvenir luminoso.